Dios es Amor. Al crear al ser humano, los creo varón y mujer (Gen I, 27). Quiso que pudiera desarrollarse una relación de amor entre ambos, reflejo del amor de Dios mismo: incondicional, transformador, enriquecedor, pleno. Quiso que de ese amor se generara la familia, "célula humana esencial donde el amor vive y se multiplica sin cesar" en palabras de Juan Pablo II. Y como conoce la naturaleza humana, al hacerse Hombre dió un regalo más: el matrimonio, canal de gracias para hacer posible que la fuente de todo fuera el amor de Dios.
Si es así, ¿por qué tantos matrimonios fracasan? Porque las parejas no creen en el matrimonio. Se ha convertido más en un evento social que en la celebración de la unión entre hombre y mujer para siempre. No creen sinceramente en el "para siempre". No "usan" de la fuente de gracia en la forma en que fue diseñada por Dios. No hacen de Dios la fuente de su amor, sino el amor humano. Y son matrimonios nulos, en tanto sacramento. ¿como puede ser válido como sacramento si al recibirlo no se está de acuerdo con su sentido, o no se conoce?
Si es un sacramento, ¿entonces los que no son cristianos no pueden vivir plenamente el amor entre hombre y mujer? En absoluto. Los cristianos recibieron ese don especial, pero no para ser una especie de "clase privilegiada" y único modo de plenitud en el amor, sino para ser testimonio, apóstoles. Por eso el matrimonio es una vocación cristiana, tanto como el sacerdocio o la vida consagrada. Pero todos pueden, independiente del credo religioso, acceder a esa plenitud del amor entre un hombre y una mujer.
Hay miles de formas de llevar a cabo una relación de amor entre hombre y mujer, y todas están al alcance de las personas para que elijan el camino que quieren. Pero Dios mismo creó un camino, para el que desee tomarlo. Entre varias alternativas - válidas - Él tiene una elección, algo así como el "best buy" de las tiendas de Internet. Y como creó al hombre y a la mujer, y es Dios, parece razonable pensar que es el mejor invento en el Universo para que el amor se desarrolle en plenitud.
El sacramento es para los cristianos, pero el "invento" de Dios es universal, y tiene incluso los mismos efectos del sacramento para los no cristianos, bajo tres premisas:
1) Que la relación esté centrada en Dios como fuente de Amor. Fallan las relaciones basadas en una simple suma de egoísmos. No llegan a la plenitud las relaciones donde la fuente del amor es el amor de los dos exclusivamente, donde cada uno aporta a la relación el don de sí mismo. Hay quienes piensan que la forma saludable de pareja es aquella en la cual cada uno trae lo mejor de si mismo, aportando de esa manera un espacio desde donde construir un amor creciente. Eso funciona. Pero no puede llegar a la plenitud del Amor porque al no tener a Dios como fuente, necesariamente está limitado a la persona, que junto con traer lo mejor de sí mismo trae también lo negativo, lo quiera o no, porque es un ser humano, limitado y falible. Es capaz de dar y darse de acuerdo a la información que tiene de sí mismo y de su pareja, pero no tiene "toda" la información, que reside solamente en el creador del amor, es decir, en Dios.
2) Que la relación sea exclusiva. El amor conyugal es personal e indivisible. Si no es exclusivo, simplemente no funciona. Será otra cosa, llámenla como quieran, pero no es amor entre hombre y mujer. Y es lógico: como la fuente es el Amor de Dios, tiene su misma naturaleza. Y el Amor de Dios a la persona y de la persona a Dios o es exclusivo, o no funciona. No se puede amar a varios dioses. Dios ama a cada uno como si fuera la única creatura del Universo, a quién creó y destinó a la felicidad que solo es plena en comunión con Él, y solo con Él. El Amor de Dios es siempre fiel, y así debe ser entre hombre y mujer. Una relación entre hombre y mujer es plena solo en la medida en que es exclusiva.
3) Que la relación sea para siempre, y que al comenzar la relación, exista ese compromiso y se renueve constantemente, a pesar de las dificultades que puedan surgir. Para llegar a plenitud, para estar comunicado totalmente con Dios y tener a Dios como fuente, debe compartir también la naturaleza eterna de Dios, quien no nos ama "hasta cierto tiempo" o solo "en determinadas circunstancias". Lo hace incondicionalmente. Cuenta y sabe que la relación entre dos personas humanas necesariamente debe pasar por dificultades. Y ahí está para que se puedan superar, mientras se esté en unión con El. Con la superación de las dificultades y los roces, ambos crecen, y como se superan con amor, ambos hacen más pleno el amor entre ellos.
Un amor entre hombre y mujer basado en esas tres premisas lo puede todo, lo conquista todo. Transforma al hombre y a la mujer, y les hace dar lo mejor de sí mismos. Entonces también se cumple que cada uno trae lo mejor a la relación, y se enriquece continuamente.
Este camino es duro porque supone dejar a un lado el egoísmo. Pero no es difícil cuando realmente Dios está en el centro de la relación. Entonces se puede "querer a concho" con confianza, y tener un espacio que es fuente de alegría y paz duradero.
El enemigo de la felicidad del ser humano - el diablo - intenta por todos los medios que esto no suceda. Lamentablemente, le está yendo bien últimamente. Ataca al hombre y la mujer por igual en el mismo frente: el miedo, que mina la confianza en Dios y en definitiva destruye la relación. Miedo a perder a la persona a la que se ama. Miedo al futuro porque no está todo arreglado. Miedo al compromiso de por vida. Miedo a no poder vivir con los defectos del otro. Miedo a que la otra persona no lo quiera a uno "como quiere ser amado" (como si eso fuera un derecho: cada cual ama como puede, y el otro tiene que ver si eso le llena o no). Miedo a hablar las cosas que separan, a tiempo. Miedo a no perturbar la relación, dejando pasar cosas hirientes que quien las hace no es consciente. Miedo a tener opiniones discrepantes. Miedo a ser uno mismo, intentando ser inútilmente lo que el otro quiere que sea... siempre miedo. Y como dice el Maestro Yoda, el miedo conduce la ira, y la ira al odio, y el odio al lado oscuro de la fuerza... y la relación se rompe.
Confiar en que el amor por otro basado en el Amor de Dios puede superar todos los miedos es lo que permite una vida plena y el desarrollo total del amor que Dios quiere entre un hombre y una mujer.